El antisemitismo ha aumentado de manera alarmante en los últimos 16 meses, especialmente tras el ataque de Hamás del 7 de octubre contra Israel.
Aunque los incidentes en campus universitarios estadounidenses y ciudades europeas han dominado las noticias, Australia no ha sido la excepción. Dionne Taylor, una madre judía que vive en Sydney y trabaja como gerente global de relaciones públicas para *Israel-Is*, describe cómo esta nueva realidad afecta a su vida y a la comunidad.
La policía se quedó Mirando
El 9 de octubre de 2023, apenas dos días después del ataque de Hamás, Taylor recibió un mensaje escalofriante: "Si eres judío, no salgas de tu casa por tu seguridad".
Es noche, manifestantes en la Ópera de Sídney quemaron banderas israelíes mientras gritaban consignas antisemitas como *"que se jodan los judíos"* y *"gaseen a los judíos"*.
"La policía estaba allí, pero no hizo nada", recuerda Taylor con frustración.
Desde entonces, los ataques han escalado. Bombas incendiarias fueron lanzadas contra automóviles y casas, incluso contra una guardería infantil y una sinagoga.
Lo más preocupante es que muchas de las víctimas no son judías.
"Están afectando a ciudadanos comunes", dice Taylor.
Uno de los momentos más aterradores ocurrió cuando descubrieron una caravana con explosivos destinados a atacar una sinagoga y varias viviendas judías.
"Si hubieran logrado su objetivo, habría sido el mayor atentado terrorista en la historia de Australia", asegura.
El impacto del 7 de October
Sin embargo, esta renovada conexión trae consigo desafíos. Los hijos de Taylor, de 10 y 14 años, enfrentan miedos cotidianos.
"Al principio de la guerra, mis hijos querían quitarse sus collares con el Magen David porque temían ser señalados. Les dije que debían usarlo con orgullo, pero duele que una niña de 10 años tenga que pensar en eso", confiesa.
Respuesta insuficiente del gobierno
Taylor critica duramente al gobierno australiano por su respuesta débil ante el aumento del antisemitismo. El primer ministro Anthony Albanese y la ministra de Asuntos Exteriores, Penny Wong, han sido señalados por su falta de acción.
"Hemos tenido liderazgo débil desde el principio", afirma Taylor. También denuncia la impunidad frente a los crímenes de odio. Por ejemplo, alguien fue multado con solo $1,500 por pintar esvásticas en una sinagoga.
"No es suficiente. Las consecuencias deben ser más severas", reclama.
Además, señala el papel de las redes sociales en la propagación del odio. "Algunos influencers digitales en Australia son terroristas virtuales. Necesitamos regular mejor estas plataformas", añade.
Manifestaciones y división social
"Es injusto. Los ciudadanos australianos están pagando por la seguridad en estas manifestaciones, y muchos ya están hartos", dice Taylor.
En contraste, las manifestaciones judías han sido pacíficas. "Llevamos carteles de rehenes, cantamos *Hatikva* y nos retiramos. No intimidamos ni promovemos odio. Es una diferencia obvia", subraya.
Una inspiración inesperada
Durante nuestra conversación, Taylor revela una fuente de inspiración personal: Liri Albag, una de las rehenes liberadas tras el ataque de Hamás.
"En todas las manifestaciones, siempre me tocó su cartel por casualidad. Cuando leí sobre su carácter y resistencia, decidí cambiar mi nombre hebreo a Liri. Me gustaría abrazarla algún día", concluye emocionada.Un llamado a la acción
Para Taylor, el antisemitismo no solo afecta a la comunidad judía, sino a todos los australianos. "Somos amantes de la paz, pero la minoría ruidosa está tomando protagonismo.
Necesitamos que los ciudadanos hablen y exijan un cambio", finaliza.
Australia enfrenta un desafío crucial: proteger a su comunidad judía y preservar los valores de tolerancia que definen a la nación.
Fuente: Israel Hayom